Estimada Señora/Señor

Permítame compartir con usted mi historia, que comenzó hace ocho años y ha cambiado completamente mi vida desde entonces. Me enfermé gravemente de un día para otro. Lo que para otros es natural -comer, trabajar, las alegrías de la vida cotidiana- se convirtió para mí en un sueño inalcanzable.

Un dolor constante e insoportable apareció en un punto de mi abdomen, como si sufriera constantemente calambres intestinales. Sólo puedo aliviarlo a veces con una fuerte presión: así paso todos los días. Comer no es una alegría para mí, sino un tormento: Apenas puedo comer y tengo dificultades para mantener mi peso. He tenido que eliminar casi todo de mi dieta, pero incluso los pocos alimentos que teóricamente podría comer me causan dolor.

En los últimos años, he hecho todo lo posible por encontrar la causa de mi enfermedad. He visitado a innumerables médicos de todo el país, he probado tratamientos tradicionales y alternativos y me he sometido a tres operaciones, pero sigo en el mismo lugar. El diagnóstico, difícil de determinar, es que, entre otras cosas, los nervios de mis intestinos no funcionan correctamente. Sólo hablan de una opción: un estoma, pero no hay garantías de que sea realmente una solución.

La enfermedad no solo ha arruinado mi cuerpo, sino toda mi vida. No solo perdí mi trabajo, sino también un sueño: ser madre. Debido a la enfermedad, esto no ha sido posible hasta ahora, a pesar de que era mi mayor deseo. Aún tendría una oportunidad si pudiera recuperarme rápidamente, pero para ello necesito ayuda médica, que actualmente no puedo permitirme.

Mi matrimonio también se vino abajo. Al principio, mi familia y mi marido me apoyaron, creyendo que me recuperaría. Pero con los años, la esperanza se ha desvanecido y hoy me quedo sola con mi dolor. Vivo en una relación vulnerable que me consume no sólo física sino también mentalmente.

Pero yo no soy así. Básicamente, soy una mujer alegre, con sentido del humor, que ama vivir, que lucha, que nunca se rinde. Pero ahora siento que ya no puedo seguir sola. No quiero vivir así, no quiero aceptar que el dolor y la impotencia definan mi vida.

Hasta ahora, nunca he pedido ayuda. Siempre he preferido dar, pero ahora me veo obligada a recurrir a ti. Sigo creyendo que hay un médico, un tratamiento que puede ayudarme. Pero para conseguirlo, necesito apoyo.

Por favor, si pueden, ayúdenme a seguir luchando y a tener una oportunidad de llevar una vida normal. Expreso mi más profunda gratitud por cualquier apoyo.

Con un corazón agradecido y gracias.