De la pobreza y el dolor a la oportunidad de una vida mejor
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Texto original de Eslovaquia traducido al Español
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Descripción
Nací en una vida que me puso obstáculos desde el principio. Algunos niños se preocupan por los juguetes o los viajes, mientras que yo me preocupaba por si tendría un lugar donde bañarme, comida para comer o cómo ganar dinero para un capricho que otros podían tener sin pensárselo dos veces.
Historia completa:
Nací en 1999 en Trnava. Mi llegada al mundo no fue fácil: mi madre se planteó abortar porque no quería tener un hijo con mi padre. Cuando yo tenía 4 años, sufrió un accidente que la dejó en silla de ruedas.
Poco después, a los 6 años, sufrí un grave accidente de coche de camino al colegio. Sufrí una conmoción cerebral moderada y una pierna rota, con riesgo de secuelas permanentes.
A los 8 años, durante las clases de natación, todos los niños íbamos a la panadería en los descansos, pero yo no podía permitírmelo. Mi abuela me dio una pizza, que vendí a mis compañeros trozo a trozo, y con el dinero que ganaba compraba golosinas. Fue el recuerdo más fuerte de mi infancia, el primer momento en que me di cuenta de que tenía que ser ingeniosa para tener lo que tenían los demás.
Vivíamos muy modestamente. Mi madre, en silla de ruedas, y mi bisabuela, pensionista, me criaron con unos ingresos combinados de unos 600 euros. Había periodos en los que no teníamos gas ni agua pagados, así que calentábamos agua en ollas y la vertíamos en la bañera. Nos calentábamos con briquetas y, en invierno, mi bisabuela nos ponía una teja caliente entre las mantas para que no nos congeláramos. Mi padre se fue cuando yo tenía 7 años y estuvo completamente ausente durante dos años.
Durante la escuela primaria, jugué al fútbol, lo que me ayudó a sobrellevar el estrés. También sufrí acoso escolar: peleas y burlas ocasionales que duraron varios años.
Mi perspectiva entonces: No entendía por qué ocurría esto, a menudo me sentía solo e incomprendido.
Mi perspectiva ahora: Veo que estos retos me enseñaron a sobrevivir, a ser ingeniosa y a no rendirme nunca.
Después de mudarnos a Hlohovec porque perdimos nuestra casa, vivimos en oficinas convertidas en viviendas provisionales. Viví poco tiempo con mi madre, pero cuando ella no pudo arreglárselas, me fui con mi padre. Desde los 13 años, trabajaba para él en la construcción durante las vacaciones. Las discusiones en casa eran constantes y la atención sanitaria casi inexistente.
En el instituto empecé a practicar Muay Thai, que se convirtió en mi forma de sobrellevar el estrés y los periodos difíciles. Estaba entre los mejores estudiantes, planeaba graduarme con dos lenguas extranjeras y continuar en la universidad. Sin embargo, sabía que económicamente no podría arreglármelas: mi padre no sabía manejar el dinero y yo habría tenido que trabajar a diario además de estudiar.
En mi último año, me organicé un estudio individual para poder cuidar de mi madre, que vivía en un albergue, un lugar sinónimo de gueto. Con el dinero que recibía para las comidas, le compraba alimentos. A pesar de todos los obstáculos, me gradué con éxito.
Mi perspectiva entonces: Me sentía sola, pero orgullosa de poder ayudar a mi madre.
Mi perspectiva ahora: Este periodo me dio fuerza y valor para cuidar de mí misma.
Después de la escuela, trabajé en varios empleos y brevemente para mi padre. Las cosas iban bien: conseguimos un contrato importante y ganaba por encima de la media. La vida parecía ir por buen camino, pero poco después falleció mi madre, la única persona que siempre creyó en mí y me apoyó.
Me enteré sola mientras compraba ropa. Mi tío adoptivo me llamó y me dijo que mi madre había muerto y que debía ir al albergue donde había vivido. Recuerdo que me estremecí de inmediato, me fallaron las rodillas y sentí un vacío enorme. Fue la primera vez que comprendí realmente la palabra "duelo" y la profundidad de perder a alguien que era mi luz de guía.
La pandemia de COVID-19 lo frenó todo: había muy poco trabajo y mal pagado, y durante año y medio viví mes a mes. Finalmente, me trasladé a Viena, primero como pintor y luego como alicatador. Ganaba más, pero seguía sin ser suficiente para mi sueño de tener una casa y formar una familia.
Junto con un amigo que conozco desde hace 20 años, que también me debe dinero, fundamos una empresa. Decidí comprar un apartamento como paso estratégico. El plan estaba claro: comprar el piso, reformarlo y venderlo por un precio más alto. Durante la reforma, lo utilicé únicamente como alojamiento mientras trabajaba en el extranjero, ganando dinero para financiar la reforma. Este plan pretendía garantizar la estabilidad financiera y prepararme para la independencia y una futura familia.
Sin embargo, los fracasos de mi pareja, las dificultades económicas y los problemas de salud me pusieron en una encrucijada vital. Al final tuve que vender el apartamento y enfrentarme sola a las deudas y a los retos de la vida.
Mi perspectiva: Me sentí traicionada y agotada, pero hoy sé que, a pesar de todos los contratiempos, sigo en pie. Cada experiencia me enseñó que seguir adelante es el único camino.
Por qué necesito apoyo
Actualmente necesito aproximadamente 55.000 euros, repartidos de la siguiente manera
2. Deudas y obligaciones - 36.000 euros-.
20.000 euros - banco
15.000 euros - familia y amigos
1.000 euros - contribución al seguro médico
Cada contribución me ayudará a mantenerme en pie, empezar una nueva vida y construir un futuro estable.
Declaración final:
No aspiro al lujo. Quiero una casa para mi futura familia, liberarme de las deudas, tener tiempo para hacer deporte y criar a mis hijos, y poder vivir la vida a mi aire, sin jefes. Esta historia demuestra que aunque alguien crezca en circunstancias difíciles y pase por muchas penurias, nunca debe rendirse y seguir siempre adelante.

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