A veces la vida nos presenta retos que parecen mayores que nosotros, momentos en los que el peso de las dificultades parece aplastarnos. Me encuentro en uno de esos momentos. Deudas acumuladas a lo largo del tiempo, decisiones tomadas con la esperanza de que el mañana sería más brillante, pero que hoy me dejan con el corazón encogido y una tímida sonrisa.

Sé que no puedo hacerlo sola, y por eso he decidido abrirme a ti, pidiéndote un poco de ayuda. No soy una persona a la que le guste pedir, pero hoy lo hago con la esperanza de que la generosidad y el calor de los que me rodean puedan darme el empujón que necesito para superar este obstáculo. Cada contribución, por pequeña que sea, será un paso hacia la serenidad y la posibilidad de mirar al futuro con una sonrisa sincera, ya no tímida sino llena de gratitud.

Esta colecta no es sólo para saldar deudas, sino para volver a vivir con más ligereza. Quiero poder agradecérselo algún día, no sólo con palabras, sino con un corazón que sabe que ha recibido un regalo inesperado, y que promete no olvidar nunca la mano tendida en los momentos más difíciles.

Gracias de todo corazón, cada gesto cuenta.