Conozca a Rabhi Ishtiwi.

Me llamo Rabhi. Tengo 23 años y actualmente vivo en Gaza, en medio de la devastación que ha consumido nuestros hogares, nuestras vidas y nuestros sueños. Mientras les escribo, me aferro a los recuerdos de un pasado que una vez fue portador de esperanza y a la visión de un futuro en el que esa esperanza pueda reconstruirse.

Los recientes acontecimientos han traído una tragedia inimaginable a mi familia. Nuestro hogar, el lugar donde nos reuníamos para pasar innumerables momentos de risa, consuelo y unidad, se convirtió en un objetivo. Mi familia y yo estábamos dentro, junto a parientes queridos, cuando fue atacada. Muchos de ellos no sobrevivieron. Yo, por algún milagro, salí de entre los escombros con heridas leves, pero las cicatrices que llevo en el corazón son mucho más profundas. Las caras de mis sobrinos, las risas de mis familiares... todas silenciadas ahora por la destrucción que nos rodea.

En medio de este dolor, lucho por aferrarme a los sueños que una vez acaricié. El fútbol no era sólo un deporte para mí; era mi propósito y mi orgullo. Soy futbolista profesional y, al igual que los jugadores de la selección nacional de Palestina, he jugado en todos los torneos locales, ganando tanto individual como colectivamente. El fútbol me enseñó disciplina, resistencia y unidad, cualidades en las que ahora confío más que nunca para seguir adelante. Mi sueño es que algún día Gaza se llene del espíritu de la competición, del sonido de los hinchas animando y de la esperanza de un futuro mejor.

Sin embargo, no puedo alcanzar este sueño solo. Los recursos y el apoyo que una vez tuve han desaparecido, y reconstruir desde la nada es una tarea abrumadora. Pido humildemente ayuda para recuperar lo que la guerra se llevó. No lo pido sólo para mí, sino para todas las familias y niños que han perdido su hogar, sus sueños y a sus seres queridos. Cualquier ayuda no sólo contribuiría a reconstruir nuestros hogares, sino también a recuperar la esperanza y la resistencia que la guerra ha intentado arrebatarnos.

Gracias por su compasión y por leer mi historia. Espero poder expresar algún día mi gratitud en un mundo en el que mis sobrinos puedan jugar, en el que se honre el legado de mi familia y en el que nuestras vidas vuelvan a estar llenas de alegría y paz.

Con sincera esperanza,

Rabhi Ishtiwi.