Hace poco volví de un viaje a Zanzíbar y tuve la oportunidad de conocer a varias personas de la zona. Utilicé la palabra "oportunidad" no por casualidad, ya que a pesar de que estas personas no tienen nada, poseen una inmensa riqueza interior y fueron capaces de transmitirme cada día esa serenidad que ahora nos cuesta encontrar, ya que cada vez estamos más atrapados en nosotros mismos y en la continua persecución de quién sabe qué grandes metas por alcanzar. En particular, me impresionó la mirada y la alegría de un niño, Sumaeli, que vive solo con su madre Rose, que no tiene ni trabajo ni marido. En esos lugares no hay ni un sistema sanitario eficaz ni un sistema de seguridad social que pueda garantizar una jubilación tranquila en la vejez. Los lugareños están acostumbrados a dar a luz a muchos niños que, una vez adultos, mantendrán a sus ancianos padres. Rose se encuentra viuda a los 31 años, con un hijo de un año y medio que criar, sin trabajo ni otros recursos. Por ello, he decidido contribuir, en la medida de mis posibilidades, a su crianza con ayuda económica, pero también enviándole artículos de primera necesidad. También he pensado en organizar esta recaudación de fondos y, si quieres ayudarme a apoyar esta iniciativa, te invito a que contribuyas aunque sea con una pequeña cantidad.