Capítulo 1 - Teaser: El comienzo de un sueño ha sido completado. (El Narcisista)

Las luces de neón de la discoteca parpadeaban al ritmo del bajo. Era una de esas noches en las que todo podía pasar. Kim, que se sentía fuera de lugar pero a la que sus amigos instaban a soltarse, se apoyó en la barra tomando una copa. Fue entonces cuando la vio: Jessie. Era magnética, su risa resonaba por encima de la música, cada uno de sus movimientos llamaba la atención.

Jessie se acercó a Kim con una confianza que lo dejó desarmado. Sus ojos se clavaron en los de él y, en unos instantes, lo atrajo a su órbita. Bailaron, hablaron y rieron como si se conocieran de toda la vida. Al final de la noche, Kim sintió que se había topado con algo extraordinario.

En los días siguientes, Jessie se sinceró sobre su vida. Habló de su hijo pequeño, William, un niño de ojos brillantes que era su mundo. Pintó un sombrío retrato de su pasado, describiendo a su ex pareja como un peligroso pandillero drogadicto. "Sólo quiero una vida segura para William", confiesa con voz temblorosa. Kim, siempre dispuesto a complacer a la gente, sintió una oleada de protección. Se comprometió a ayudarla, a ser el hombre que pudiera ofrecerles a ella y a William la estabilidad que se merecían.

El encanto de Jessie era innegable, pero era su vulnerabilidad lo que más enganchaba a Kim. Sabía cómo utilizarla. Sus caricias se prolongaban un segundo más de lo necesario, sus palabras eran cuidadosamente elegidas para hacerle sentir especial. La intimidad que compartían parecía un sueño del que no quería despertar. La sexualidad de Jessie era una herramienta poderosa, y la manejaba con precisión, consolidando su lugar en el corazón de Kim. Una noche, después de un largo día en el que Kim estaba visiblemente estresado, Jessie apareció en la puerta vistiendo nada más que una camisa de gran tamaño. Se apoyó en el marco, con voz suave y acogedora. "Deja que me ocupe de ti", le dijo, y sus ojos se clavaron en los de él con una intensidad que derritió su agotamiento. Momentos así no eran raros; estaban calculados. Utilizaba su encanto para hacerle olvidar sus palabras cortantes de antes, para asegurarse de que siguiera dando prioridad a las necesidades de ella por encima de sus propias dudas. Siempre funcionaba, y dejaba a Kim fascinada y más entregada que nunca.

Los amigos de Kim se dieron cuenta de la intensidad de su relación y de vez en cuando expresaban su preocupación. "¿No parece demasiado perfecto?", le preguntó uno. Pero Kim les quitaba importancia, atribuyendo su escepticismo a celos o malentendidos. Estaba enamorado, y el amor, creía, significaba confiar y apoyar a la persona que te importaba.

En retrospectiva, las señales estaban ahí. Las historias de Jessie no siempre cuadraban. Su ex, que según ella era una amenaza constante, nunca parecía materializarse. Habia sutiles inconsistencias en sus narraciones, pero Kim, cegado por sus emociones, las descarto como sin importancia. Jessie tenía una manera de dirigir las conversaciones, cambiar el enfoque y hacer que Kim se sintiera culpable por dudar de ella.