Estimados señores

me llamo Marina, vengo de la provincia de Cagliari, soy madre de dos hijas y trabajo en una tienda de muebles. Mi marido es conductor y juntos afrontamos con dignidad los retos de la vida cotidiana. Les escribo con el corazón en la mano para contarles la difícil situación en la que nos encontramos.

En 2019, compramos la casa de mi suegra mediante un acuerdo de compra aplazada. Lamentablemente, la llegada de la pandemia y el consiguiente despido alteraron nuestro equilibrio financiero, impidiéndonos completar el pago como estaba previsto.

Con el tiempo, aún nos convertimos formalmente en propietarios del inmueble, pero la situación empeoró con la dolorosa pérdida de mi suegra. Tras su fallecimiento, mi marido recurrió a un abogado para iniciar una mediación, exigiendo el pago de la cantidad pendiente.

Nuestro deseo es cumplir íntegramente nuestro compromiso. Sin embargo, los bancos no nos conceden ninguna hipoteca, precisamente porque la casa ya está a nuestro nombre. A esto se añaden las costas judiciales, que no podemos asumir, y una noticia que ha trastornado aún más nuestras vidas: a mi marido le han diagnosticado una leucemia mieloide crónica.

Somos conscientes de que los hermanos de mi marido tienen sus derechos, y no queremos eludir de ninguna manera nuestras responsabilidades. Sólo nos gustaría tener la oportunidad de encontrar una solución compartida que tenga en cuenta la situación en la que nos encontramos.

Duele ver que, a día de hoy, muchos de ellos nos dan la espalda, evitando incluso un simple saludo, incluso implicando a nuestras hijas que no tienen nada que ver con este asunto. No buscamos compasión, sino comprensión y diálogo. Somos personas honestas, y lo último que queríamos era llegar a este punto.

Me dirijo a usted con la esperanza de que pueda mostrarnos alguna ayuda, consejo o salida a esta situación. Le agradezco sinceramente su atención y le pido disculpas si esta petición puede parecer fuera de lo normal.

Con respeto y gratitud,

Marina