Desde que era pequeña, siempre soñé con tener mi propia casa. Pasé la mayor parte de mi adolescencia trabajando en dos o tres empleos.

Por fin, cuando cumplí 21 años conseguí pagar la entrada de una casa y empezar a reformarla. Aunque ya estaba preparada para las facturas que iban a llegar. No estaba preparada para la cantidad de facturas que realmente llegaron y entre complicaciones con los trabajadores y tener que presupuestar. Ya han pasado cuatro años desde que empecé.

No es ningún secreto que la economía ahora mismo no nos está poniendo las cosas fáciles y estoy segura de que no soy la única que lo está pasando mal. Si tienes algo de lo que prescindir, supondrá una gran diferencia para mí. Estoy impaciente por mudarme a mi hogar definitivo junto con mi perro, mis pájaros y mi tortuga.

Mi objetivo es no sólo hacer de la casa un espacio seguro para mí, pero espero que un hogar para siempre a algunos otros perros del refugio. Soy la persona más obsesionada con los perros que jamás conocerás y espero que algún día pueda marcar la diferencia.