Hola a todos, somos dos hermanas a las que nunca nos ha gustado pedir ayuda, pero esta vez es diferente, esta vez es nuestra única oportunidad de poder salvar a nuestro querido Ciro, un perro especial con una vida difícil a sus espaldas. Os pedimos que nos ayudéis con los gastos para darle la oportunidad de seguir viviendo. Ha sufrido mucho y ha tenido que luchar mucho para estar aquí con nosotros y ahora nos gustaría hacer todo lo posible para seguir dándole la tranquilidad que tanto se merece. Durante una revisión a raíz de los continuos problemas gastrointestinales, apareció un cuadro bastante alarmante, que requerirá una delicada operación y el tratamiento posterior. Evidentemente todo esto es muy caro, demasiado para nosotros que acabamos de quedarnos sin trabajo y apenas podemos hacer frente a los gastos diarios de alimentación y a los cuidados que necesita por otra serie de patologías previas, algunas de ellas bastante graves, debidas en su mayoría a años de vagabundeo. Es el perro más bueno y especial del mundo, cualquiera que haya tenido la suerte de conocerlo durante sus años en la calle puede confirmarlo. Desgraciadamente, no nos queda más remedio que apelar a vuestra generosidad con la esperanza de que se nos conceda la alegría de poder seguir dando cariño a un alma tan especial, que no ha hecho más que llenar nuestras vidas de amor desde el día en que apareció. Su historia no puede acabar ahora, no así. Una historia de mil aventuras. Para los más curiosos, dejad que se presente a continuación, agradeciendo de antemano vuestros buenos corazones.

Hola a todos, ¡soy Ciro, el perro de la estación! Tengo unos 9 años, pero no recuerdo nada de mis primeros años. Lo primero que recuerdo es la furgoneta de los ferroviarios que me encontró solo en una vieja estación abandonada. Inmediatamente me di cuenta de que esa furgoneta, parada en medio de la nada donde llevaba vagando quién sabe cuánto tiempo, sería mi salvavidas. Así que corrí, corrí. En medio del campo y luego hasta la carretera, la perseguí hasta que los chicos me recogieron y me llevaron con ellos a otra estación. Allí viví algún tiempo, convirtiéndome en la mascota del pueblo, incluso tenía un nombre, Ciro della stazione, y una perrera propia. Pero nunca me gustó la soledad, así que empecé a vagar por el pueblo en busca de compañía, arriesgándome a ser atropellado varias veces. No podía seguir viviendo así, todo el mundo me quería pero nadie quería llevarme, tanto que a estas alturas mi destino en la perrera parecía cada vez más cercano. Pero afortunadamente un tiempo antes había conocido a dos hermanas que esperaban el tren y además de dejar las marcas de mis patas embarradas en sus pantalones limpios, me aseguré de dejar también mis huellas en sus corazones. Me cuidaban cuando encontraban tiempo, así que cuando desmantelaron mi perrera en la estación porque ya no podía quedarme allí, caminé unos kilómetros al sol y me fui a su casa. Ha pasado algún tiempo, pero sigo aquí junto a mi hermanito, también rescatado de un destino en la perrera, y sería el perro más feliz del mundo si pudiera seguir aquí, en mi lugar feliz, un tiempo más. Espero volver a tener suerte y conocer a otras personas de buen corazón que puedan ayudarme a hacer realidad mi sueño. ❤️