Más de diez años. Ese es el tiempo que hace que mi mujer no ve a sus padres y que nuestros hijos no abrazan a sus abuelos, en realidad el más pequeño nunca los ha visto en la vida real. Una década entera separados, no por elección, sino por circunstancias que escapan a nuestro control.

Nuestro viaje no ha sido nada fácil. Tuvimos que abandonar Estados Unidos en 2023 cuando me denegaron la tarjeta de residencia, lo que nos obligó a empezar de nuevo en Portugal. Desde entonces, mi esposa ha estado luchando con el lento y complicado proceso legal para obtener sus papeles de residencia. Y aunque hemos construido una vida aquí, siempre ha faltado una cosa: la familia.

Llevamos mucho tiempo soñando con visitar a los padres de mi mujer en Tyumen, Rusia, pero con la guerra y sus efectos, todo se ha vuelto increíblemente difícil. Los vuelos de Portugal a Tyumen son ahora escandalosamente caros, cuestan más de 8.000 euros para los cuatro. La ruta en sí es compleja -volar de Portugal a Estambul, luego a Moscú y finalmente a Tyumen-, pero el coste emocional de no ir es aún mayor.

Nuestros hijos han crecido sin conocer a sus abuelos más allá de las videollamadas. Mi mujer lleva años deseando volver a ver a sus padres, abrazarlos, compartir momentos que ninguna pantalla podrá reemplazar. Esto no es sólo un viaje; es una oportunidad para reconectar, para sanar y para recordar a nuestra familia que, a pesar de la distancia y las dificultades, el amor perdura.

Estamos pidiendo ayuda para hacer posible este reencuentro. Cada contribución, cada acción, cada palabra amable nos acerca más a cerrar por fin esta dolorosa brecha. Si puede ayudarnos, de cualquier manera, significaría mucho para nosotros.

Gracias de todo corazón.