Una promesa de futuro: ¡Ayudemos a renacer a una familia!
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Texto original de Italiano traducido al Español
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Descripción
La mía no fue una infancia, sino una lucha temprana por la supervivencia. Nacida en el seno de una familia marcada por la pobreza, el recuerdo de los primeros años es el de la renuncia y la carencia constante de lo necesario. La casa de mis abuelos se convirtió pronto en nuestro refugio, un lugar donde, en medio de las penurias, intentamos encontrar cierta estabilidad, pronto rota por la detención de mi padre por un horrible crimen que marcó a mi familia para siempre.
A partir de entonces, nuestra vida fue una sucesión de puertas cerradas y manos hostiles. El hogar de las monjas, que debería haber sido un lugar de protección, se convirtió en otra fuente de dolor y maltrato. Formar una nueva familia pronto se convirtió en una pesadilla de palizas y miedo, que nos obligó a huir de nuevo, un regreso desesperado a la única semblanza de hogar que conocíamos: nuestros abuelos.
La adolescencia trajo consigo un nuevo y lacerante dolor: la pérdida de mi abuelo. A la tierna edad de 14 años, me enfrenté no sólo al dolor, sino también a la carga de las deudas que pesaban sobre nuestra frágil existencia. Sin dudarlo, empecé a trabajar, apretando los dientes e intentando construir un futuro sobre unos cimientos tan inestables.
Durante un tiempo, pareció que la tenacidad y el sacrificio iban a dar sus frutos. Pero la pandemia arrasó con todo. La enfermedad de mi abuela me obligó a dejar mi trabajo para cuidarla, y desde entonces la recuperación ha sido un espejismo. Hoy, el trabajo es precario, los ingresos escasos y vivo en la casa que fue de mi abuela, un techo que ahora sus hijos amenazan con quitarnos.
Pero mi lucha no es sólo para mí. Alojo a mi hermana y a sus dos hijos, que huyeron de una pareja maltratadora. El mayor temor es que, sin un hogar seguro, los servicios sociales nos los quiten. Esos niños inocentes, ya marcados por el sufrimiento, merecen un futuro en paz, un lugar al que llamar hogar de verdad.
Hoy me dirijo a vosotros con el corazón en un puño. Cada una de sus donaciones, incluso la más pequeña, puede marcar la diferencia entre la desesperación y la esperanza. Su ayuda puede ofrecernos un techo, un refugio seguro para estos niños y la oportunidad de reconstruir nuestras vidas. Por favor, abran sus corazones y tiendan una mano. Gracias de todo corazón por vuestra generosidad.

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